Una mirada sobre los problemas de aprendizaje y de conducta
relacionados a ciertos trastornos de
Dice el Zorro: “Domestícame!!”
Y que hay que hacer para domesticarte ? dijo el principito.
Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. Te sentarás al principio un poco lejos de mi, asi en la hierba. Te mirare de reojo y no digas nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada dia, pobras sentarte un poco mas cerca.
Al dia siguiente volvió el principito.
-Hubiese sido mejor venir a la misma hora – dijo el zorro. Si vienes por ejemplo a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto mas avance la hora, mas feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón.
El Principito. Antoine de Saint-Exupery, 1980.
Este fragmento de una escena de encuentro entre el zorro y el principito, nos evoca una serie de imágenes propias del niño con trastorno de déficit atencional. El zorro prefiere una comunicación entre ellos no verbal, “las palabras pueden llevar a malentendidos”, del mismo modo, algunos niños no logran expresar correctamente en forma verbal lo que piensan y sienten, con la consiguiente frustración de los adultos por no entenderlos y considerarlos rebeldes o mal intencionados.
El zorro pide que lo domestiquen, pide que lo ayuden a adaptarse a un mundo de reglas, a cumplir objetivos, a poder planificar acciones, y a tener conciencia de las consecuencias de las mismas, pide constancia en el manejo del tiempo.
Esta demanda del zorro tiene relación con las condiciones que presentan la gran mayoría de los niños y adolescentes portadores del TDAH (Trastorno de déficit atencional con hiperactividad), y que son consecuencia de lo que hoy reconocemos como una disfunción de la corteza cerebral prefrontal-frontal o una alteración de las Funciones Ejecutivas.
Pensemos ahora, en un niño con estas características que se enfrenta a un ambiente nuevo, el escolar, donde existen normas, deberes que cumplir y en el cual la atención voluntaria, cumple un papel importantísimo.
La maestra explica, y el niño intenta escucharla, pero al mismo tiempo no logra abstraerse de lo que hacen sus compañeros, de los ruidos que vienen de la calle entre otros. Terminar sus trabajos, organizar las tareas, no perder los materiales, regular su conducta parecen ser desafíos muy grandes para este niño.
Si el déficit también presenta hiperactividad, el niño parece un torbellino de movimiento que va haciendo desastres a su paso. En la primaria, es más común verlo moverse en el asiento, agitando pies, manos y hablando en forma casi constante. En el recreo no participa de los juegos adecuadamente, quiere imponer su voluntad, no respeta turnos, esto hace que tenga mala relación con los otros chicos y sea mal aceptado por el grupo.
En la casa, los papas señalan que es inteligente y capaz para lo que el quiere, desobediente y rebelde, desprolijo, distraído, e interpretan que hace todo esto porque es un “sinvergüenza”.
¿Cómo ayudar a ese niño a adaptarse a estos ámbitos que le devuelven una imagen tan negativa de sus posibilidades y competencias?
Como lograr que adquiera pautas de autorregulación de su conducta, que contenga sus reacciones abruptas e impulsivas, que supere su apatia, y que organice su tiempo?
El primer paso, es realizar un diagnostico acertado del trastorno, lo que resulta complejo, y requiere la intervención de profesionales formados en neurociencias, con abundante experiencia Clínica, ya que síntomas y signos similares pueden deberse a múltiples causas. Se ha constatado en los últimos años un elevado número de chicos mal diagnosticados, etiquetados como TDAH, y un uso descontrolado de medicación indicada por personas o profesionales no autorizados científica o legalmente para hacerlo.
Luego de realizar una valoración Clínica cualitativa y cuantitativa que modernamente se realiza dentro del marco de una evaluación neuropsicológica, y habiendo llegado a un diagnostico positivo de TDAH, se pasa a elaborar un programa integral de medidas terapéuticas basadas en un enfoque biopsicosocial.
Esto implicara un compromiso por parte de los profesionales a cargo del tratamiento del chico, los docentes y los padres para apoyarlo en la modificación de las funciones cerebrales superiores alteradas, realizando las adecuaciones cognitivas, conductuales, socioemocionales y farmacológicas que sean necesarias, las que requerirán ser evaluadas y ajustadas en determinados lapsos de tiempo procurando mejorar la calidad de vida del paciente y su entorno. Teniendo presente un enfoque integral y evolutivo y teniendo tolerancia y paciencia como pide el zorro, diremos que:
“…la persona crece, y al madurar, puede descubrir que las mismas cosas que le crearon tantos problemas en la infancia eran justamente los rasgos que la condujeron a tener éxito en la vida adulta”.
Silvia Pérez Fonticiella. –Especialista en Neuropsicología - IINNUAR 434 267
1 comentario:
Navegando en internet me encuentro con su pagina. Y la lectura del principito me ha dado luz, debido a que estoy haciendo en estos momentos un programa de intervencion para una adolescente de 1er año de secundaria, con el fin de fortalecer sus funciones ejecutivas. Y con esa lectura reflexionada me han ayudado.
Muchas gracias.
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